jueves, 14 de junio de 2012

Capítulo VIII - Una voz en la oscuridad


15 de agosto:

Apartamento de Callie y Arizona
2:00 p.m.

Tres días después de que Cristina le entregara la nota de rescate que había encontrado en el hospital, el Sr. Carlos Torres se estaba preparando para ir al terminal de autobuses de Seattle, había llegado el momento de hacer entrega del rescate, siguiendo las instrucciones de los secuestradores en la nota escrita con el puño y letra de Callie. La policía, lo seguiría a distancia prudencial, utilizando para ello el chip GPS que el Sr. Torres se había inyectado cuando supo la noticia de las mujeres asesinadas.

Lo que ni policía ni el Sr. Torres sospechaban es que una vez que el Sr. Torres recibiera la primera llamada de los delincuentes en el terminal de autobuses, el chip que le habían enviado los secuestradores se activaría, distorsionando cualquier otro dispositivo que llevara el Sr. Torres consigo, con lo cual la policía perdería su rastro al poco tiempo de comenzar el seguimiento al padre de Callie. De esa forma, los secuestradores tendrían libertad en las siguientes 3 ó 4  horas para que el Sr. Torres depositara cada maletín con el dinero del rescate en los lugares que ellos le informarían progresivamente durante su travesía. Normalmente los lugares señalados eran sitios solitarios donde Robert Planton acudiría a los pocos minutos de haberse retirado el Sr. Torres para llevarse el maletín con el dinero parcial del rescate que cada uno contenía. Muy cerca de él se encontraría Peter Camel, para monitorear con ayuda de su computadora portátil la trayectoria del Sr. Torres en su recorrido. Después de que el Sr. Torres dejara su último maletín, le darían la instrucción de permanecer por dos horas más en el terminal de autobuses. Esa instrucción tenía como finalidad confundir a la policía, en el caso de que de alguna forma retomaran la señal de cualquier dispositivo que llevara consigo el Sr. Torres. Así que mientras el Sr. Torres perdía el tiempo sentado en una silla del terminal de pasajeros, los secuestradores huirían con el dinero del rescate.


Frink Park
6:30 p.m.

Tres noches le había llevado a Callie, sacar los 16 tornillos que sostenían el perno del piso, tenía los dedos de las manos con escoriaciones y rosetones, pero ya estaba lista para tratar de escapar. El proceso se había llevado ese tiempo, porque como ella sospechó la lamina que le servía de destornillador improvisado era bastante débil y le costó muchísimo aflojar los tornillos. Por otra parte, hacía hecho el trabajo siempre de noche, para evitar que en las entradas ocasionales del hombre latino este la descubriera y se estropearan todos sus planes de escape.

Con respecto a lo que iba a hacer para salir de la habitación ya tenía un plan. El hombre latino entraba a la habitación en la tarde para limpiarla, mientras él hacia el trabajo de limpieza, el tenía órdenes de sus cómplices, según dijo, de atar a Callie a una silla, pero cada día que pasaba, Callie se dio cuenta que el hombre la miraba con más y más deseo y ella decidió utilizar eso a su favor. Ahora sólo tenía que esperar que el hombre llegara a asear la habitación para poner en práctica su plan.

Efectivamente, cerca de las 6:30 p.m., el hombre latino entró a la habitación y procedió a atar a Callie a la silla. Callie obediente se sentó en la silla, pero mientras el hombre la ataba ella comenzó a fingir cierto interés por él con una mirada sexy. El hombre se dio cuenta y mientras la ataba se puso más y más nervioso. El hombre se moría de ganas por poseerla pero sabía que si Robert se enteraba de eso lo mataría sin dudarlo. No obstante, todos sus pensamientos de autoprotección se vinieron abajo cuando Callie con una voz seductora le dijo:

-Yo se que tú me deseas y yo tengo demasiados días aquí encerrada, ya no aguanto más, quiero algo de acción y sé que tu puedes darme lo que quiero, pero atada a una silla no, desátame y veremos qué pasa.

El hombre con los ojos llenos de deseo lo hizo y Callie se paró frente a él, con todo el asco del mundo acercó sus labios a los de él y cuando el hombre cerró los ojos, Callie, con todas sus fuerzas lo empujó, con la buena suerte que el hombre cayó al piso y se dio un golpe en la cabeza que lo dejó prácticamente inconsciente. Callie aprovechó el momento y lo ato a la silla.


De regreso a Frink Park
7:00 p.m.

Robert Planton y Peter Camel, venían en el carro, visiblemente emocionados, ya tenían en su poder los veinte millones de dólares pagados por el Sr. Torres para el rescate de su hija. Se encontraban apenas a un par de cuadras de la casa donde se encontraba la mujer cuyo rescate acababan de cobrar.


Sótano de la casa de Frink Park
7:05 p.m.

Callie, terminó de atar al hombre a la silla y salió corriendo a la parte superior de la casa, cuando subió abrió la puerta de entrada principal y se dio cuenta con horror que un carro estaba entrando, pero igual salió, se escondió detrás de unos arbustos y esperó hasta que los dos hombres que venían en el carro se bajaron del mismo y entraron a la casa. Callie salió corriendo hacia el bosque cercano, temiendo que si huía por la calle los hombres la descubrirían, corría lo más rápido que podía, agarrando con sus manos la larga cadena que aún tenía atada a sus tobillos, pero esa cadena le dificultaba el paso porque era tan larga que se enredaba con los arbustos.

Los hombre entraron a la casa, y llamaron a Alberto, pero éste no contestó, extrañado, Robert bajó al sótano y cuando vio a Alberto Campos atado a la silla, lo agarró por la camisa y le preguntó furioso qué había pasado, Alberto estaba aún aturdido por el golpe en la cabeza, pero Robert iracundo se arrepintió de haber dejado a un maldito latino a cargo de otra maldita latina. Estaba tan furioso, que tomó su pistola y le dio un balazo en la cabeza. Alberto Campos estaba muerto.

Robert salió disparado por las escaleras, subiendo los escalones de tres en tres, tenía que encontrar a la mujer y matarla.


Apartamento de Callie y Arizona
7:06 p.m.

Arizona estaba en su apartamento, con los ojos pegados en la laptop que tenía instalada la policía para monitorear cualquier movimiento en los chips GPS que Callie llevaba consigo cuando la secuestraron. En vista de que el seguimiento del chip tenía que hacerse durante las 24 horas del día, y el Sub-comisario Cooper tenía que descansar en algún momento, Carlos Torres, Lucia Torres, Arizona y el policía, establecieron turnos para monitorear la posible señal de los chips de rastreo satelital. Así que en el momento en que un punto se ilumino en la pantalla, Arizona estaba allí y de inmediato, visiblemente exaltada por el descubrimiento, le avisó de inmediato al policía que se encontraba recostado en el sofá de la sala del apartamento, descansando un poco mientras esperaba su turno para sentarse frente a la laptop.

Cooper se paró del sofá de un salto y cuando vio el punto en la laptop que se movía, de inmediato llamó por radio a la central:

-Habla Cooper, acabamos de detectar movimiento en uno de los códigos de rastreo pertenecientes a Calliope Torres, el objetivo se encuentra en movimiento al norte de Frink Park, coordenadas N47.600190, W-122.291650, repito, coordenadas N47.600190, W-122.291650, envíen un helicóptero de inmediato, yo me dirijo en la patrulla, tiempo aproximado de llegada 25 minutos. Nos mantendremos en contacto por radio, cambio…

Una operadora de la central policial contestó:

-Entendido, enviaremos el helicóptero, tiempo estimado de llegada a las coordenadas señaladas: 10 minutos, cambio y fuera.

Cooper se colocó su pistola, agarró su chaqueta y justo cuando estaba saliendo por la puerta, Arizona le dijo, visiblemente nerviosa:

-Por favor, déjeme ir con usted, por favor, le dijo en tono suplicante.

Copoper al escuchar las súplicas de la Dra. Robbins dudó, ya que eso estaba en contra de los procedimientos establecidos, pero sentía compasión por la mujer que había visto sufriendo y llorando durante los últimos 4 días, además estaba solo, necesitaba a alguien que le indicara cualquier movimiento en la pantalla de la laptop en su trayecto hacia Frink Park, donde se reuniría con otras patrullas de refuerzo para intentar el rescate de Callie Torres. Por eso tomó la decisión y le dijo:

-Está bien, acompáñeme pero con una condición, por ningún motivo puede bajarse de la patrulla una vez que lleguemos a nuestro destino, ¿está conforme con esa condición?

Arizona contestó decidida: -Sí.

Ambos salieron rumbo hacia el norte de Frink Park.
  

En el bosque al norte de Frink Park
7:10 p.m.

Callie corría a duras penas, no sabía dónde estaba ni hacia dónde iba, la cadena que llevaba atada a su tobillo era pesada y la hacía detenerse a cada rato porque se enredaba con los arbustos y  las piedras del camino, lo que más le preocupaba es que la cadena estaba dejando un rastro, se arrepintió de no haber salido hacia la calle, pero ya no podía devolverse.

Robert Planton, desesperado, estaba corriendo por el bosque siguiendo un rastro de hierba maltratada por algún objeto pesado, supuso que ese objeto era la cadena que llevaba la mujer atada a tu tobillo, y de pronto finalmente la vio, corrió uno metros más y haciendo un esfuerzo agarró unos eslabones de la cadena y con todas sus fuerzas la atrajo hacía él.

Callie cayó al piso, horrorizada vio como una fuerza poderosa la arrastraba por el pasto en dirección contraria hacia donde ella había estado corriendo, de pronto lo vio, era el asesino, el mismo hombre que había matado a la mujer unas noches antes. El hombre la agarró por el cabello y la levantó de un solo jalón hacia arriba, y profiriendo maldiciones por su boca la empujó bruscamente hacia el suelo otra vez, Callie cayó y su frente se golpeó contra el borde de una piedra, no perdió el conocimiento, pero quedó atontada por el fuerte golpe, y sintió como su propia sangre corría por su rostro.

El hombre la sujetó en el piso boca abajo, tomó unos tirack de su bolsillo y ató fuertemente sus pies y sus manos hacia atrás. Mientras le ataba las manos, el hombre notó que la mujer tenía algo guardado en el bolsillo trasero del pantalón vaquero, metió la mano y sacó los dos chips GPS y las jeringas que Callie no había usado. Inmediatamente reconoció de qué se trataba y maldiciendo, volteo a la mujer y la amordazó, gritándole:

-Te voy a matar zorra, pero antes tengo que sacarte ese chip que debes tener en algún sitio en tu cuerpo. El hombre sacó de sus bolsillos su detector y escaneo con el la parte delantera del cuerpo de Callie, al no encontrar nada la giró bruscamente boca debajo de nuevo y escaneo otra vez, el detector emitió un sonido cuando se acercó a la nalga derecha de Callie. El hombre la volteo de nuevo boca arriba y con una sonrisa retorcida y una mirada de asco, le bajó el cierre de los pantalones y se los bajó de un tirón. La volteó boca abajo otra vez y sacó una navaja, y sin mediar más palabras, enterró el filo en la nalga de Callie.

Callie gritó del dolor, mientras el hombre una vez ubicado el chip debajo de su piel lo retiró con la punta de la navaja, provocando un nuevo grito de dolor en la asustada mujer.

Aún con el dolor punzante en su trasero, Callie miró horrorizada como el hombre, luego de haberla volteado boca arriba de nuevo, la estaba apuntando con la pistola directo a su cabeza, Callie se sintió derrotada, sabía que sólo le quedaban unos segundos de vida. La imagen de Arizona y su hija estaban en su mente, no quería pensar en nada más, sólo les decía mentalmente, con lágrimas en sus ojos: Las amo, las amo, a donde quiera que yo vaya las amaré por siempre…



En algún lugar entre el centro de Seattle y Frink Park
Patrulla de la policía
Ocupantes: Sub-comisario: Cooper y Arizona Robbins
7:15 p.m.


El Sub-comisario Copper, conducía la patrulla rumbo hacia el norte de Frink Park, ya había llamado a la central para indicar su posición y solicitar refuerzos, mientras tanto Arizona no le despegaba la vista a la pantalla de la laptop. De pronto, vio con horror como el punto que hasta ahora había estado titilando desapareció de la pantalla y se lo dijo a Cooper.

Copper visiblemente preocupado le dijo, que posiblemente era la pila que se había desgastado, pero Arizona, recordando lo que Callie le había explicado esa tarde en el hospital le dijo a Cooper:

-Callie me dijo que las baterías de ese dispositivo no se descargaban porque se alimentaban con el calor corporal. En el mismo instante en que se lo dijo a Cooper, Arizona se horrorizó aún más, preguntando con miedo en su voz, aunque sabía la respuesta:

-Si no hay calor corporal… significa que Callie ¿puede estar muerta?

Cooper, sintiendo la necesidad de tranquilizar un poco a la aterrada doctora, le dijo:

-Es posible que haya perdido la señal en algún sitio inaccesible otra vez, lo dijo pero ni él mismo se lo creía, y como policía no debía dar falsas esperanzas, así que agregó con un tono sombrío en su voz:

-Pero, sí, esa es una posibilidad, es posible que ella esté muerta en este momento.

Arizona no pudo resistir el llanto lastimero que salió de su garganta.

Para agravar aún más la situación, de pronto escucharon en la radio de la patrulla, la comunicación que provenía del helicóptero:

-“Objetivo localizado al norte de Frink Park, coordenadas N 47.599980, W -122.291364, repito, coordenadas N 47.599980, W -122.291364, mujer, cabello negro, aproximadamente 1,75 mts. de estatura, amordazada y atada de pies y manos por la espalda, no se observó movimiento, visible herida en la cabeza, posiblemente de un disparo. La mujer tiene sus pantalones bajados hasta las rodillas, posiblemente fue violada”… El policía desde el helicóptero seguía transmitiendo su informe: …”Al hacer contacto visual con el objetivo un hombre de cabello negro, 1,85 mts. de estatura, estaba apuntando a la mujer con una pistola, éste salió corriendo tratando de huir hacia el sur, efectuó disparos hacia el helicóptero, nuestro francotirador le respondió el fuego y cayó. En estos momentos nos encontramos en la persecución de un auto que salió huyendo muy cerca de las coordenadas que nos fueron informadas desde la central, posible sospechoso se dirige hacia el norte por la 32nd Ave. S. en un auto…¨


Cuando Arizona escuchó horrorizada la descripción de su esposa por la radio y el estado en que la habían visualizado desde el helicóptero, los sonidos que siguieron en la trasmisión sólo sonaron en sus oídos como un murmullo inentendible, esas palabras: “…amordazada y atada de pies y manos por la espalda, no se observó movimiento, visible herida en la cabeza, posiblemente de un disparo…posiblemente fue…violada…”, se repetían en su mente, y no podía controlarlo y cada vez que se repetían sentía como un nuevo puñal se enterraba en su alma, sentía que algo dentro de sí misma se estaba desgarrando, su esposa, el amor de su vida, la única persona de quien se había enamorado en toda su existencia, la que había hecho sus sueños realidad, ahora estaba muerta, tirada en un matorral, atada de pies y manos, amordazada, tenía su boca amordazada, esa misma boca que la había hecho la mujer más feliz del mundo con su besos; con las manos atadas, las mismas manos que habían sido su fuente de consuelo o del placer más extremo, y además ¡Violada!… : Con una imagen aterradora, pensando cuanto Callie había tenido que sufrir antes de morir así, Arizona se repetía a si misma sin cesar: “No, no, no…”

Y entonces, un gemido de angustia salió de su garganta, mientras que de sus ojos brotaban lágrimas de dolor, un dolor que provenía del interior de sí misma, ese mismo sitio que tanta veces había vibrado de emoción, cuando Callie, le hacía el amor a su alma…



Al norte de Frink Park
S. Washington St., entre 31 St. Av. S. y 32nd.Ave S.
Patrulla de la policía
Ocupantes: Sub-comisario: Cooper y Arizona Robbins
7:25 p.m.


La patrulla policial llegó a su destino, en el sitio ya se encontraba otra patrulla, la cual había llegado 5 minutos antes a la escena, Cooper informó de su ubicación por la radio y uno de los policías, ocupantes de la otra patrulla, contestó a Cooper por radio:

-Nos dirigimos a pie hacia las coordenadas indicadas desde el aire, estamos muy cerca del objetivo, permanezca en su posición hasta nuevas instrucciones, cambio.

Cooper contestó: -Copiado, espero instrucciones, cambio y fuera.

Arizona seguía llorando sin consuelo, de pronto sintió nauseas, y haciendo caso omiso de lo que le había prometido a Cooper, tuvo que bajar de la patrulla, arqueó su espalda hacia adelante y vació su estómago.

Luego, derrotada, desolada, se sentó en la acera y mirando hacia el cielo, justo antes de enterrar su cabeza en medio de sus rodillas, gritó con desesperación:

-CALLIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

Parecía un lobo aullándole a la luna, pero sólo era la voz de Arizona… una voz en la oscuridad…


Esta historia continuará…

2 comentarios:

  1. osea que fuerte este capitulo, de verdad, estoy al borde por tu culpa, pero gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias...

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    1. ¡Genial!, si te pareció fuerte, eso era justo lo que quise al escribirlo. Me hizo mucha gracia eso de que estas al borde por mi culpa, pues sí, me declaro culpable. Y ahora, hablando en serio: Muchas Gracias a ti, de verdad.

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