miércoles, 25 de abril de 2012

Capítulo I - No te rindas, nunca te rindas...



08 de Agosto:

Hospital Seattle Grace Mercy West
12:30 p.m.

Arizona Robbins estaba sentada en la cafetería tratando de almorzar algo antes de entrar a quirófano, se sentía agotada, realmente agotada, física y espiritualmente agotada, habían pasado ya 26 largas horas de un turno doble en que, a decir verdad, casi no había podido “ver la alegría” en sus pequeños humanos, uno de sus casos más críticos, era el de un niño de seis años con cáncer terminal, ya muy poco podía hacerse por él, y para completar su duro día, justo después de almorzar, le tocaba operar a una niña de 8 años, la operación era realmente riesgosa, las posibilidades de que las cosas salieran mal eran muy altas, pero Arizona no tenía ninguna alternativa, si no operaba a la niña, irremediablemente iba a morir.

Arizona levantó la cabeza de su plato y el rostro se le iluminó, cuando vío a su bella esposa con su enorme sonrisa del millón de dólares, acercarse a la mesa con una bandeja en la mano, para almorzar juntas.

No importa cuán cansada se pudiera sentir Arizona, no importa cuán doblegado los días difíciles pusieran su ánimo en declive, Calliope Torres tiene un poder, uno de sus tantos poderes: ella logra con su sonrisa, con su mirada, con sus gestos, con sus palabras y con sus abrazos, oh si, con sus abrazos, levantarle el ánimo a Arizona y tranquilizarla, Calliope es algo así como su “prozac” particular,  pero sin efectos secundarios.

Muchas veces Arizona se había preguntado ¿por qué?, ¿por qué Calliope ejerce ese mágico poder sobre ella?, y finalmente llegó a la conclusión de que además del inmenso y profundo amor que ambas comparten, Calliope es la persona más fuerte y valiente que Arizona haya conocido en toda su vida. Y Callie tiene el don de transmitir a quien lo necesite, parte de esa fuerza y esa valentía, con un simple contacto, con un abrazo, una caricia, una sonrisa o una frase alentadora.

Arizona intuyó esa valentía prácticamente desde que conoció a Callie, pero si acaso tenía alguna duda, no hubo lugar para ninguna más, aquella vez que ese hombre armado irrumpió en la habitación donde ella estaba operando a Rudy. La reacción de ella fue clara y obvia, protegió con su cuerpo a Rudy, no obstante, Arizona se dio cuenta de inmediato que una vez que había tomado la decisión, casi instintiva, de abrazar a la niña con su cuerpo para protegerla, ya no podía moverse, no por un miedo paralizante, sino que intuyó, por la mirada pérdida del hombre, que cualquier movimiento en falso podría desencadenar en una tragedia, y más aún, cuando Callie tomó la decisión arriesgada y valiente de interponerse.

Así que mientras Arizona protegía a Rudy con su cuerpo, Callie hizo algo mucho más impresionante, se levantó y se interpuso entre el hombre armado y ella con la niña, arriesgando su vida; tuvo la suficiente inteligencia y auto control para tratar a Gary Clark no como un hombre armado y desesperado, sino como a un paciente que tenía una herida en el hombro, y luego  lo despachó diciéndole “tome las vendas y váyase”. Y por si eso fuera poco, aún le quedaron energías para calmar a la niña y luego a Arizona, que no dejaba de repetir, casi como si fuera un mantra “Sólo hay niños aquí, sólo hay niños aquí, sólo hay niños aquí…”. Ese pequeño contacto de las manos amorosas de Callie en el cuello y rostro de Arizona, fueron suficientes para tranquilizarla, esa pequeña caricia fue el equivalente a decir, sin palabras, “Tranquila, mi amor, ya todo pasó”.  Y eso sin mencionar, el efecto que había producido en los ya intensos sentimientos de Arizona hacía Callie, esa hermosa referencia a su “súper mágica sonrisa”

Arizona descubrió ese día con orgullo, sin sentir ningún tipo de vergüenza, que si bien ella había sido criada para ser “un buen hombre en la tormenta” Callie no había sido criada así, porque no lo necesitaba, Callie había nacido siendo ya “un buen hombre en la tormenta”, era innato en ella. Es obvio que ese descubrimiento fue una de las cosas que hicieron que Arizona se enamorara perdidamente de Callie, porque para una persona como Arizona, resulta imposible amar a alguien sin antes admirarla, y Dios es testigo que ese día Arizona sintió una enorme admiración y respeto hacia Callie Torres.

Así que cuando Callie le sonríe, la mira, le habla o la abraza, ella es capaz de transmitirle a Arizona no sólo su amor por ella, sino también esa fuerza y esa valentía, casi como por ósmosis, por eso los abrazos de Callie son los más efectivos, poderosos y mágicos tranquilizantes que le brindan a Arizona una sensación de seguridad, sosiego y paz que nunca antes había experimentado con ningún otro ser humano.

Y lo mejor de todo es que Callie lo sabe, de alguna forma ella conoce ese poder y el efecto que el mismo produce en Arizona, y por supuesto, no escatima esfuerzos para apoyar a Arizona justo cuando ella más lo necesita. Además, Callie dispone de una especie de radar que le permite saber casi con precisión  matemática, el estado de ánimo de Arizona sólo con verla a los ojos y observar su mirada. Otro poder de Callie Torres, ella es capaz de ver el alma de Arizona Robbins con sólo examinar su mirada.

Y esta vez, por supuesto, no fue la excepción, en el mismo instante en que Callie se sentó con su bandeja en la mesa de la cafetería, sólo la miró a los ojos y le dijo, posando su mano sobre la de ella y agachándose un poco para verla:

-¿Qué te pasa, cariño? Se te iluminó tu carita cuando me viste pero por tu mirada se que algo te pasa. ¿Quieres contarme?

Arizona le dio un besito en la boca, casi como en agradecimiento a la pregunta y le contó lo difícil que habían sido esas últimas y agotadoras 26 horas en el Hospital y que aún le quedaban 6 más, además del reto de una operación muy difícil y arriesgada, también le confesó que tenía un poco de miedo de fallarle a esa niña y eso no la estaba ayudando mucho.

Callie, comprensiva y alentadora como siempre, le pasó el brazo sobre el hombro a Arizona y con una ternura casi infinita, le dijo:

-Nena por favor, trata de no preocuparte más de la cuenta, si tú dices que la operación es la única salida, estoy absolutamente segura de que vas a hacer hasta lo imposible para salvar a esa niña, como siempre lo has hecho, y si las cosas salen mal, espero que no, deberás tener eso aún más presente todavía, no existe en este hospital, en este país y en este mundo una cirujana pediátrica más aguerrida que tú, si tu no lo logras, te aseguro que nadie lo hará.

Arizona asomó una tímida sonrisa y Callie continuó diciendo, mirándola directamente a los ojos, con dulzura:

-Hacemos nuestro mejor esfuerzo, ponemos todos nuestros conocimientos, destreza y habilidades al servicio de nuestros pacientes, y cuando tenemos éxito y salvamos una vida luego de una operación brillantemente ejecutada, nos sentimos casi dioses por unos momentos: dioses con un escalpelo, pero nunca nos debemos alejar mucho tiempo por ese camino de gloria, en realidad, somos sólo seres humanos, no somos dioses con un escalpelo, somos seres humanos que a veces logramos hacer el trabajo de Dios, con un escalpelo. Mientras sepamos eso, aceptar que tenemos ciertas limitaciones no nos hace más débiles, nos hace más sabios y esa sabiduría nos da fuerzas para luchar y no rendirnos fácilmente…

…-Así que Mi Amor, como siempre te digo cuando estas medio apagadita, como ahora: No te rindas, nunca te rindas…¿Ok?...

…-Pase lo que pase, debes saber qué hiciste y diste lo mejor de ti, siempre lo haces, y siempre lo harás, esa es tu naturaleza…

…-Ah, y otra cosa, piensa que sólo te quedan 6 horas para estar metida en la bañera dándote un baño relajante y espumoso, comer algo rico preparado por mí y dormir en mis brazos para descansar de estas largas y duras horas en el hospital. Ah, y prepararse para muchas y lindas sorpresas que tengo listas para tu cumpleaños, que es mañana, ¿Sí?….Le dijo Callie, con una enorme sonrisa.

Arizona se alegró y de inmediato se tranquilizó, ¿Quién no se alegraría y tranquilizaría con unas palabras dulces y sabias como las que acababa de pronunciar su Callie bonita?

-Ok, le dijo Arizona con una sonrisa en los labios, sólo me falta una cosa…

-¿Qué cosa?

-Un abrazo, de esos especiales que sólo tú me sabes dar.

Callie, que aún mantenía su rostro  iluminado con su bella sonrisa, se paró de la mesa al mismo tiempo que Arizona. Ella entrecruzó sus brazos en el cuello de Callie y Callie la apretó contra su cintura, dándole uno de sus abrazos especiales: cálidos y relajantes, acompañado de un beso en la frente, de esos tiernos y protectores.

El efecto en Arizona fue inmediato, ahora si se sentía con fuerzas para ir a esa operación, y más aún con la mención de Callie acerca del baño relajante, la comida, dormir en sus brazos y, por supuesto, sus sorpresas de cumpleaños.

A Arizona no le gustaban mucho las sorpresas, y hasta hace poco había pretendido considerar su cumpleaños como un día normal, pero Callie cada día la conocía más, ahora ella sabía cómo sorprenderla gratamente. Callie también se había dado cuenta que Arizona no pensaba mucho en su cumpleaños porque antes no tenía relaciones duraderas y suficientemente estables como para que alguien se acordara de su cumpleaños, y mucho menos, celebrarlo con ella. Ella se había acostumbrado a que fuera así, la vida nómada que vivió con sus padres, mudándose cada 18 meses no le permitía establecer relaciones fuertes con nadie, así que se acostumbró a ver su cumpleaños como un día normal. Pero las cosas habían cambiado, Arizona tenía ahora su propia familia, una esposa que la amaba y una hija que adoraba, así que la idea de una sorpresa para su cumpleaños preparada por Callie, lejos de incomodarla,  la entusiasmaba y mucho.

-Gracias, Callie por estar siempre allí para mi, te amo.

Callie la abrazó aun más fuerte y le dio otro beso en la frente, luego ambas se sentaron hasta que terminaron su almuerzo.

Posteriormente, Callie le dijo a Arizona que también tenía una operación pendiente y que debía retirarse para prepararse, Arizona asintió con un gesto y Callie le dio un beso breve en la boca, se paró de la mesa y se alejó hacia la salida de la cafetería, pero justo en la puerta, Callie se giró hacía Arizona nuevamente, acerco su mano a su cara, cerro un poco el puño, levantó el pulgar y le dedicó una enorme sonrisa.

Arizona ya conocía ese gesto que Callie usaba para darle ánimos y su significado: pulgar hacia arriba, puño cerrado de la mano y sonrisa igual a: “No te rindas, nunca te rindas…”.

Arizona le devolvió el gesto con la mano y la sonrisa, mientras Callie se alejaba de la cafetería.

Unos minutos después, Arizona hacía lo propio, salió de la cafetería y fue a prepararse para la operación. Cuando se acerco al locker donde guardaba sus cosas, su cara se iluminó con una enorme sonrisa que hizo visible hasta sus hoyuelos: Callie le había pegado un post-it a la puerta del locker. Ella dibujó en el papel amarillo, una imagen que mostraba una manito con el pulgar hacia arriba, el puñito cerrado y una carita feliz…

“Por Dios, Callie –pensó- Te amo, eres la persona más maravillosa que he conocido en toda mi vida, eres especial y única, además de hermosa y sexy, y yo soy la persona más feliz del mundo por tenerte, Te amo, Te amo…”

Ese gesto de Callie, ese dibujito sencillo y casi infantil, era algo simple y al mismo tiempo muy significativo, porque es un reflejo, una prueba más del inmenso amor que Callie siente por ella y lo mucho que le importa hacerla feliz y darle fuerzas y ganas de seguir luchando en los momentos en que, por las circunstancias, ella más lo necesita. Ese dibujito significaba que el hombre fuerte en la tormenta que Arizona había aprendido a ser se había encontrado con alguien tan ó más fuerte que ella, y eso era importante, porque hasta el guerrero más valiente necesita, en algún momento del camino, un lugar seguro donde descansar y Callie, con su amor hacía ella, con su fuerza y su valentía se había convertido en eso para Arizona, algo así como: el descanso del guerrero, un descanso necesario para renovar sus propias fuerzas y poder seguir luchando.

Arizona salió del vestuario rumbo al OR, con el ánimo rebosante, las palabras de Callie, su abrazo y ese dibujito le habían cambiado el día, para mejor, tal como la propia Callie le había cambiado la vida a Arizona, para mejor, siempre para mejor…Era algo paradójico: tanto que  había temido al compromiso en el pasado, tanto que había negado la posibilidad de tener hijos con Callie, y ahora simplemente le resultaba imposible concebir su vida, su vida feliz y realizada sin la presencia de su esposa y su hija. Callie había logrado hacer realidad sueños que Arizona nunca se atrevió a pensar que tenía, pero si los tenía y Callie los hizo realidad, todos y cada uno de ellos, y lo mejor de todo, es que sabía que Callie se esforzaba con todo su amor para fabricar nuevos sueños y para hacerla cada día un poco más feliz que el día anterior.



……

Portland, Oregon
8:00 pm

Los tres delincuentes estaban eufóricos, celebrando el rotundo éxito de su tercera operación y el inicio de la preparación de su cuarta incursión en el lucrativo negocio del secuestro. Robert Planton, experto en armamento y municiones, el más peligroso de los tres, no le temblaba el pulso a la hora de liquidar a sus víctimas. Peter Camel, experto en informática y en técnicas de hacker, era el encargado de la logística de las operaciones, específicamente era el hombre que evitaba el rastreo satelital y la localización de las llamadas telefónicas, usando técnicas evasivas para confundir a la policía; y finalmente Alberto Campos, hombre sin ningún oficio en particular, mujeriego y amante del dinero fácil, él era el encargado de atender a la víctima del secuestro mientras se encontraban en cautiverio, antes de que, pasadas dos semanas de haber cobrado el rescate, Robert Planton las despachaba al otro mundo.

El modus operandi esa simple,  una vez ubicado el objetivo, Peter Camel, quien era el único de los tres hombres que no tenía antecedentes penales, alquilaba mediante la presentación de falsas credenciales, una casa que tuviera sótano y alguna habitación con baño en el. Una vez alquilada la casa, sellaban la habitación elegida en el sótano y atornillaban fuertemente en todo el centro de la misma un perno que servía para asegurar una larga cadena, la cual se ataba a uno de los tobillos de la víctima mediante unas esposas, de esa forma, ésta podía moverse por la habitación, incluso hasta el baño. Así, los secuestradores tenían un mínimo contacto con ellas. De igual modo instalaban una rejilla en la parte inferior de la puerta para pasar la comida a través de la misma.  Alberto Campos era el encargado de esa tarea y era el único que tenía contacto eventual con la víctima, para establecer las condiciones del rescate, limpiar la habitación, etc. Alberto Campos solía bromear un poco con sus “damas cautivas” como solía llamarlas, diciéndoles que no podían quejarse demasiado porque estaban casi en la habitación de un hotel, con acceso a un  baño privado y servicio a la habitación, “salvo un pequeño detalle sin importancia”, les decía con ironía: “tienes una cadena pegada a tu tobillo”.

El objetivo elegido por los secuestradores era siempre el mismo: hijas de empresarios o industriales de ascendencia latina, con un patrimonio personal de por lo menos 200 millones de dólares. De preferencia, la hija de estos empresarios no debería vivir en la misma ciudad que sus padres, a fin de obligar a estos a viajar a la ciudad donde residía su hija y dónde obviamente tenían menos contactos que en su ciudad local. Una vez cobrado el rescate, Peter Camel se adelantaba a la cuidad de su siguiente objetivo para tramitar la negociación de alquiler y  la preparación técnica de la casa que serviría de base para la nueva operación. Mientras tanto se dejaba un margen de espera normalmente de dos semanas para liquidar a la víctima, el ejecutor siempre era Robert Planton.

Ya habían realizado con total éxito este procedimiento en dos ocasiones y recién habían cobrado el rescate de la tercera víctima, a quien, en principio, tendrían en cautiverio dos semanas más antes de liquidarla, en vista de ello, los secuestradores estaban celebrando y planificando los pormenores para efectuar el secuestro de su cuarta víctima…

La primera víctima fue Emma Vilar, economista, residía en Iowa, sus padre Federico Vilar reside en Nueva York, la operación se hizo en un lapso de 5 semanas y la víctima ya había sido encontrada muerta, al borde de una vía poco transitada, con un disparo en la cabeza, la policía no tenía pistas. El rescate cobrado fue de veinte millones de dólares.

La segunda víctima, Clara Aponte, odontóloga, residente en Denver, Colorado, su padre reside en Arkansas, la operación se efectuó en 4 semanas. La víctima había sido liquidada casi tres semanas atrás, con un disparo en la cabeza. Los noticieros aún no habían reportado la localización del cadáver. Los secuestradores suponían que esto era así, porque en esa oportunidad, el cadáver de la mujer fue tirado a escasos metros de las orillas de Windsor Lake, y en el agua muchas veces los cuerpos son más difíciles de hallar, sin embargo, pensaban que su hallazgo era inminente, posiblemente en cuestión de pocos días, incluso horas. El rescate cobrado fue de veinte millones de dólares.

La tercera víctima, Norma Rivas, abogada, residente en Portland, su padre Ricardo Rivas, residente en Kansas City. La víctima, había sido secuestrada hace dos semanas y media y aún estaba en cautiverio, pero acababan de cobrar el rescate de veinte millones de dólares, por ello la celebración. Como la distancia entre Portland y la ubicación de la próxima víctima programada era manejable, los secuestradores tomaron la decisión de monitorear a partir del día siguiente los pasos del nuevo objetivo, y si se presentaba la oportunidad secuestrarla de una vez. Esa misma noche Peter Camel viajaría a Seattle a fin de preparar una casa que recién habían alquilado, ubicada al norte de Frink Park, ante la llegada inminente de su próximo objetivo: Calliope Torres, cirujana ortopédica del Seattle Grace Mercy West, Padre: Carlos Torres,  residente en Miami. Valor del rescate: Veinte millones de dólares.


Esta historia continuará...

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