Después de un vuelo
absolutamente placentero y tranquilo, donde el lujo, el confort y la atención
de primera a cargo del personal a bordo, fue el sello distintivo durante todo
el viaje, el capitán del avión anunció la aproximación a su destino, sin
mencionar cual, atendiendo a las instrucciones de Callie. Ella había
planificado hasta el último detalle, incluso planeo la hora de salida del vuelo
previamente con el capitán, ya que ella quería llegar a la isla de madrugada,
para que el efecto de la sorpresa que quería darle a Arizona fuera aún mejor.
Arizona, unas dos horas
atrás se había quedado dormida en su gran asiento apoyada en el hombro de
Callie, por ello Callie amorosamente le dio un beso en la frente y le susurró
al oído:
-Despierta mi bella
durmiente, ya vamos a aterrizar.
Arizona despertó un poco
somnolienta y bostezando, le preguntó a Callie:
-¡Hey!, ¿Qué hora es?
-Las 3:30 a.m., le
respondió Callie y agregó: -Cielo, por favor ponte el cinturón de seguridad, ya
casi estamos llegando.
Mientras Arizona se
colocaba el cinturón y ya más despierta, le dijo a Callie sonriendo con voz de
sueño:
-Al fin voy a saber a dónde
me trajiste.
Callie le respondió con
una sonrisa: -Bueno, no exactamente
-¿Qué? ¿Cómo?, preguntó
Arizona intrigada, incorporándose
Callie le respondió:
-Recuerdas que te dije que
esto era una sorpresa por etapas…, Arizona asintió, …pues bien cuando lleguemos
al hotel voy a tener que vendarte los ojos, yo quise que llegáramos de
madrugada para que la sorpresa fuera impresionante, pero para ello, te tengo
que vendar los ojos desde que lleguemos al hotel hasta entrar a la habitación.
Arizona hizo un gesto de
protesta, entonces Callie con mirada de cachorrito hambriento, le dijo a
Arizona:
-Por favor Cielo,
compláceme, no me eches a perder la sorpresa que planifique para ti hasta el
último detalle ¿Si?
Arizona, enternecida por
la mirada y las palabras de Callie, dándose cuenta de todo el esfuerzo y el
amor que había puesto su esposa para darle a ella una sorpresa tan bella como
esta, finalmente respondió con una genuina sonrisa en su rostro.
-Está bien mi amor, está
bien… ah, y por cierto, hay algo que hoy no te he dicho
-¿Qué será?, preguntó
Callie sonriendo
Y Arizona, justo antes de
besarla en los labios, le dijo: -Te Amo.
Unos minutos después
aterrizaron, al bajarse del avión entraron al aeropuerto, para el chequeo de
rigor, el primer misterio de la sorpresa fue develado, habían aterrizado en St.
Marteen.
Una vez que finalizó el
chequeo, una limosina las estaba esperando para llevarlas al Hotel. Justo al
llegar, y antes de bajarse de la limosina, Callie le dijo a Arizona con una
sonrisa: -Hora de ponerte la venda. Arizona, de buena gana y sonriendo, dejó
que Callie le vendara los ojos.
Callie se bajó de la
limosina y escoltó a su esposa hasta una silla en el lobby del hotel, mientras
ella hacia el check in.
Mientras el bell boy se
encargaba del equipaje, Callie escoltó a Arizona y la ayudó a montarse en un
carrito de Golf, el cual las llevaría más cerca de la habitación, el hotel era
inmenso y caminando se perdería un poco la magia de la sorpresa.
Arizona, iba divertida en
el carrito de Golf, a ella todo lo que tuviera ruedas le gustaba, además estaba
feliz, porque mientras se acercaban a la habitación, aunque no podía ver nada,
escuchó el mar y sintió que uno de sus sueños estaba a punto de hacerse
realidad. Arizona siempre había soñado estar con Callie en una playa, ella
sentía que una playa era el sitio perfecto donde quería estar junto a su
esposa, un lugar donde su hermosa belleza latina estaría en su elemento, la
sola idea de pensar en Callie con un bikini, su precioso cabello negro mojado,
y su bellísima piel canela bronceada por el sol, la excitó.
Finalmente el carrito de
Golf llegó a su destino, Callie se bajó primero y ayudó a su esposa a bajar
también, puso sus manos sobre los hombros de Arizona y la condujo con cuidado
por lo que a los pies de Arizona parecía una especie de puente de madera. A
Arizona le pareció que debajo de ese puente estaba el mar, porque a medida que
caminaba, se alejaba del suave sonido que producía el rompimiento de unas olas
muy pequeñas en la orilla del mar.
Arizona estaba emocionada,
una emoción prácticamente infantil, no recordaba la última vez que se había
sentido así, y justo en ese momento, cuando un leve recuerdo le trajo a la
mente lo cerca que estuvo de perderlo todo, lo cerca que estuvo de perder a esa
mujer que venía detrás de ella escoltándola para darle una sorpresa hermosa y
hacerla feliz, agradeció, agradeció al cielo el haberle devuelto a la persona
que más ha amado en toda su vida.
Al final del camino
llegaron a la habitación, el bell boy entró primero para dejar el equipaje, dio
las buenas noches y se marchó. Cuando Callie y Arizona entraron a la
habitación, Callie antes de quitarle la venda le dijo a Arizona:
-Mi Amor ya llegamos, pero
antes de quitarte la venda debo hacer algo más
-¿Qué?, preguntó Arizona
Callie contestó: -Esto… y
sin previo aviso acercó sus labios a los de Arizona y la besó, Arizona emitió
un gemido mientras respondía el beso. Al tener los ojos vendados y al no estar
esperándolo, la boca de Callie y su beso ardiente tuvieron un efecto casi
eléctrico en ella, un impulso eléctrico que llegó directo a su clítoris
haciéndolo palpitar. En ese momento a Arizona se le ocurrió una idea, una idea
que pondría en práctica justo en ese momento.
Cuando el beso terminó,
sintió que Callie le iba a quitar la venda de los ojos, pero Arizona la detuvo,
Callie extrañada se quedó sin moverse y entonces Arizona le dijo: -Si esto no
daña la sorpresa, me gustaría que me hicieras el amor así, como estoy ahora,
con los ojos vendados.
Arizona no la vio, pero
cuando Callie escuchó esa petición, una sonrisa casi mágica iluminó todo su
rostro.
Callie, excitada por lo
que acababa de escuchar, le dijo a Arizona:
-Amor, tus deseos son
órdenes para mí.
Callie se desnudó primero
y luego, lentamente desnudó a Arizona. Luego, delicadamente la acostó en la
cama y Callie comenzó a besarla, primero en los labios, luego en el cuello,
detrás de la oreja, sin levantar los labios, rozando todo su cuerpo por el
camino, llegó a los senos y con la lengua describió círculos sobre los pezones
hasta endurecerlos, uno primero, el otro después. Arizona se contorneaba,
gemía, arqueaba la espalda, con cada contacto, con cada caricia, el no poder
anticipar lo que Callie iba a hacer con su cuerpo la excitaba más y más.
Callie seguía en su
secuencia de roces con los labios, en ningún momento despegó los labios del
cuerpo de Arizona, ni siquiera cuando acariciando con su lengua los pezones ya
erectos de su excitada mujer, vio con el rabillo del ojo que dos copas de champagne
estaban servidas, burbujeantes esperando por ellas, en la mesita de noche,
Callie sonrió ante la idea, estiró su mano y agarró una de las copas de champagne
y si aviso deslizó la copa hacia abajo justo encima del pezón de Arizona, en el
momento en que generosas gotas del líquido hicieron contacto con la piel
caliente de Arizona, ella arqueó la espalda gimiendo sin control, y su cota de
excitación, bastante alta por cierto, alcanzó un nuevo nivel: la sensación del
frio producido por el champagne mezclado con el calor de la lengua ardiente de
Callie en sus pezones, emitió otro impulso eléctrico hacia el clítoris, el cual
estaba ya pidiendo a gritos el contacto.
Pero esta vez Callie no la
hizo esperar demasiado, la idea de verter unas gotas de champagne sobre su
clítoris ardiente antes de comenzar a masajearlo con su lengua, era demasiado alentadora
y excitante para esperar, así que luego de que el liquido burbujeante y la
lengua de Callie terminaron su excitante trabajo en los pezones erectos de
Arizona, Callie continuo su recorrido hacia abajo mientras las caderas de
Arizona se movían hacia arriba y hacia abajo, buscando desesperadamente el
contacto excitante de su esposa.
Callie llegó a su destino,
primero rozó sus labios por los muslos internos de Arizona, produciendo una
nueva descarga de gemidos incontrolables, luego con dos dedos Callie abrió el
camino, esperó sólo unos segundos, Arizona arqueó la espalda y desesperada
levantó las caderas, ella no podía ver nada, pero sentía el aliento de la boca
de Callie cerca, demasiado cerca, Callie confirmó esa cercanía, soplando hacia
el clítoris palpitante de su amada, Arizona emitió un nuevo gemido de placer,
desesperada por el contacto inminente, movía su cabeza de un lado a otro, se
mordía los labios y gemía, retorciéndose de placer.
Callie, tomo la copa de champagne
y vertió el liquido burbujeante directamente sobre el clítoris y enseguida poso
su lengua sobre él, Arizona emitió un grito de absoluto placer y luego más
gemidos cuando Callie frenéticamente con su lengua empezó a describir círculos
directamente sobre el clítoris humeante. La mezcla exquisita de sabores en su
boca: la unión de los líquidos de su esposa y del champagne provocó que Callie también
gimiera de placer.
Sin despegar su lengua del
clítoris de Arizona, Callie introdujo dos dedos en la entrada totalmente
inundada de su esposa, quien ya para ese momento no tenia absolutamente ningún
tipo de control sobre su cuerpo, jadeando y gimiendo, acariciaba
desesperadamente con su mano el cabello de su esposa, quien no se conformaba en
sus roces, en sus caricias para llevar a Arizona al borde del placer más
absoluto, así que al mismo tiempo que sentía la lengua contorneándose en su
clítoris, los dos dedos que entraban y salían rítmicamente de su abertura,
también sintió como con su mano libre Callie comenzó a acariciar nuevamente sus
pezones, y ese nuevo contacto no esperado, la llevó al borde mismo del
estremecimiento, no había sitio sensible en el cuerpo excitado de Arizona que
Callie no estuviera cubriendo en ese momento con su boca y con sus manos.
Esa trilogía divina de
estímulos, no solo generaban gemidos desesperados de excitación, también
iniciaron una serie de temblores incontrolables en todo su cuerpo,
especialmente en sus piernas, claro indicio de que el climax más arrollador
venia en camino.
Y no pasó mucho tiempo,
Arizona tensó sin control todo su cuerpo y como la crónica de un placer
anunciado, el climax poderoso, envolvente apareció, provocando que el placer
acumulado saliera como lava ardiente de un volcán en erupción. Aún así, y a
pesar de la resistencia inicial de Arizona que aún temblaba y jadeaba sin
control, Callie no abandonó ninguno de sus flancos y al poco tiempo una réplica
orgásmica produjo una segunda oleada de placer.
Con una Arizona exhausta,
jadeante, Callie deseo su boca, tener sus labios a su merced, así que subió
hasta ella y nuevamente sin aviso, le entregó a su esposa un beso apasionado,
que cerraba con broche de oro, la intensidad del amor siempre presente y
constante aún en los momentos de mayor lujuria y deseo.
Y ahora que estaba
amaneciendo y que finalmente Arizona podría ver el esplendor de la sorpresa que Callie con todo su amor le había
preparado, era el momento perfecto para quitarle la venda de sus ojos y ver en
su mirada, la emoción y la felicidad que Callie había esperado ver desde el
mismo momento en que Arizona le había contado aquel sueño.
Profundamente emocionada,
Callie besó a Arizona nuevamente, un beso tierno, amoroso, y al mismo tiempo
que le quitaba la venda de los ojos, le dijo:
-Mi amor, aquí está tu
sorpresa, yo se que te va a gustar, solo queda un lugar que todavía no será develado,
en su momento lo conocerás…
Antes de que Arizona viera a su alrededor,
quiso ver en primer lugar la mirada llena de amor de Callie, porque en ese
preciso momento, sintió que el amor que sentía por ella no tenia limites, su
amor en penumbra había sido una de las cosas más excitantes que había
experimentado en toda su vida, pero extrañó su mirada, quería verla a los ojos,
a esos hermosos y amorosos ojos marrones, sólo así estaría lista para ver a su
alrededor.
Como si Callie hubiera
leído los pensamientos de Arizona, ella la miró con absoluto amor y antes de
que su esposa viera a su alrededor, rozó sus labios con los de ella, en la
búsqueda de un beso cálido que sellara en el recuerdo ese momento tan especial.
Finalmente cuando el beso
cedió, Arizona miró a su alrededor y la emoción que sentía se multiplicó al ver
que se encontraba en uno de los lugares más hermosos que jamás había visto en toda
su vida.
Se encontraban en una
habitación, la cama en la que ella y Callie acababan de hacer el amor era
inmensa, con sabanas blancas de seda, a los pies de la cama había un espacio
como de un metro de ancho que servía de entrada a otra habitación a la
izquierda cuya puerta, una puerta corrediza, en ese momento estaba cerrada;
después de ese espacio al borde la cama, hacia el frente, había un escalón que
daba hacia un salón donde se encontraba un gran sofá en L empotrado en el suelo,
lleno de cojines azules, justo después un gran ventanal por donde entraba la
luz natural que iluminaba toda la habitación, al salir del salón había una
terraza techada y piso de madera: al
frente, una piscina privada cuyo borde exterior era como una cascada de agua
que parecía caer directamente al mar, un mar absolutamente tranquilo, apacible;
a su izquierda, a lo largo habían otras
escaleras de madera que daban hacia otra terraza que se encontraba a un nivel más
bajo, en ese nivel había una churuata con una mesa para comer y unos cojines
para sentarse al borde, había también una pérgola con telas alrededor que se
movían caprichosamente por efectos de la brisa del mar y dentro una camilla
para masajes. Justo al lado de la churuata en ese nivel, había unas escaleras
de aluminio, semejantes a las que se usan en las piscinas, esas escaleras daban
directamente al mar, que era transparente y muy poco profundo.
Arizona emocionada con la
boca abierta del asombro, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, Callie
la miraba con una inmensa sonrisa dibujada en su rostro, adivinando por la
expresión de Arizona, que estaba realmente sorprendida por la hermosura del
sitio donde se encontraban. Arizona, sonriendo como una niña, se puso una bata corta
transparente que estaba al borde de la cama y tomando de la mano a Callie,
quien también se puso una bata igual, la invitó con un gesto a que salieran juntas
a la terraza, para poder sentir la brisa del mar rozando sus rostros. Paradas
en la terraza una al lado de la otra, justo al borde de la piscina privada, Callie
pasó un brazo por la cintura de Arizona y la atrajo hacia ella, Arizona recostó
su cabeza en el hombro de Callie y ambas admiraron extasiadas el espectáculo de
sol y mar que se extendía ante sus ojos.
¡La habitación, toda la
habitación era una especie de cabaña suspendida en el aire, en realidad
sostenido por varias columnas, la cabaña estaba construida encima del mar, cuyo
fondo se podía ver a simple vista porque la profundidad del agua no era mayor a
los 70 cms.!
Arizona finalmente habló:
-Amor, tenias razón, esto
es un paraíso, no tengo palabras para definir lo que estoy sintiendo justo
ahora, a tu lado, sólo te puedo decir que acabas de hacer realidad uno de mis
mas grandes sueños, pero como todo lo que tú haces, lo superaste, nuevamente
lograste que la realidad superara mis fantasías, ni en mis sueños más osados me
imaginé que algún día podría estar así contigo, a tu lado en un sitio tan
absolutamente hermoso y maravilloso como este, Gracias Calliope, Gracias, TE
AMO, Te amo demasiado.
Callie sonriendo,
sintiendo una dicha inmensa en su corazón al ver a su esposa feliz como ella
quería, posó su mano en la mejilla de Arizona, mirándola a los ojos, esos
hermosos ojos azules, tan azules como el mar que las rodeaba, la atrajo hacia
si en una cálido abrazo y posando sus labios sobre los de ella, la beso con
ternura.
Finalizado el beso, Callie
sonriendo preguntó:
-¿Y qué quiere hacer la
reina de mi vida justo ahora?...¿dormir?...¿desayunar?...¿hacer el
amor?...¿bañarse en la piscina o en la playa?
Arizona, pícaramente, con una
mirada y una expresión casi infantil en su hermoso rostro, contestó:
-Dormir…no; Desayunar…luego; Hacer el amor… ahora; Baño en piscina y
playa:…más tarde.
Callie sonriendo dijo:
-Perfecto, entonces espera aquí, tengo otra sorpresa para ti
Arizona asombrada, con la
boca abierta y una gran sonrisa, preguntó:
-Callie ¿y todavía tienes
más sorpresas para mí?
Callie respondió sonriendo
al entrar a la habitación, mientras Arizona se quedó en la terraza:
-Siempre…
Pocos minutos después,
Arizona escuchó a Callie llamándola, ella entró a la habitación y se dio cuenta
que la puerta corrediza de la habitación, la que estaba cerrada cuando ellas
llegaron, ahora estaba abierta, al asomarse vio que a la izquierda estaba una cocina
y a la derecha otra habitación cuya puerta corrediza estaba parcialmente
abierta, Callie se encontraba dentro de esa habitación.
Ante la invitación de Callie,
Arizona con su mano, corrió la puerta hacia la izquierda para abrirla
completamente y cuando finalmente pudo ver lo que estaba detrás de esa puerta,
sintió como un dejavu se apoderaba de su mente. Arizona sencillamente no lo
podía creer, allí estaba frente a ella…
…un cuarto de baño, una enorme bañera lista para ser
usada, aromas exquisitos, perfecta mezcla de sándalo y miel, una hermosa vista
al mar visible a través de sus vidrios templados, pétalos de rosa esparcidos
por el piso, dos copas de vino y la figura más hermosa e importante de toda la
escena: su esposa, desnuda, impactantemente bella, sólo ataviada con una
pequeña bata transparente que lograba incrementar la lujuria, la pasión y el
deseo.
Y tal como lo vio en su sueño: Callie, sin decir una
palabra y con su hermosa sonrisa dibujada en su rostro perfecto, se quitó la
bata haciendo un gesto insinuante con su ceja levantada y mordiéndose el labio
inferior, le tendió su mano derecha con las palmas hacia arriba, invitando a
Arizona para unirse a ella en el agua burbujeante.
Arizona, impactada, sintiendo su corazón latir
fuertemente dentro de su pecho, se acercó y entró a la bañera con Callie
escoltando su entrada. Callie se sentó primero, de espaldas a una de las
paredes de la bañera, de frente al mar, tomó a Arizona por la cintura, desde
atrás y suavemente la depositó al frente.
Arizona lanzó un primer gemido, cuando sintió los
pezones erectos de su esposa rozando su espalda desnuda. Callie, aún sin decir
una sola palabra, tomó con su mano derecha suavemente la barbilla de Arizona y
acercó sus labios poco a poco para rozarlos, invitando a un beso más profundo.
Callie abrió su boca y suavemente besó a Arizona quien respondió con un nuevo
gemido de placer.
Callie comenzó a rozar con sus labios el cuello de
Arizona, besando detrás de la orejas, acariciando con su lengua el lóbulo y la
parte interna del oído, esta vez Callie si hablaba, mejor dicho, susurraba muy
cerca del oído de Arizona, quien se estremecía con cada “te amo”, en español
que Callie pronunciaba pausada, suavemente. Cada “te amo” tenía el mismo efecto
que una caricia excitante, provocando más y más gemidos de placer.
Mientras Callie repetía sin cesar esas excitantes
palabras en español, con su mano izquierda acariciaba suavemente los pezones
erectos y con la maño derecha acariciaba los muslos de Arizona, muy cerca de su
centro ya palpitante, húmedo y caliente que deseaba con fervor el contacto
inminente. Arizona gemía, con cada “te amo”, con cada beso, con cada caricia,
con cada roce. El movimiento suplicante de sus caderas y su respiración
entrecortada evidenciaba lo que Arizona estaba pidiendo desesperadamente.
Y al igual que en su sueño, Callie no la hizo esperar,
con la habilidad de su mano experta, dos dedos abrieron la puerta de su paraíso
privado y con el dedo medio comenzó a masajear su clítoris palpitante trazando
círculos lentos, provocando en Arizona un grito de éxtasis y un torrente de
excitación que hizo vibrar cada fibra de su cuerpo. Callie hacía toda su magia,
como en cámara lenta, como queriendo eternizar el momento, una vez más, como si
quisiera llevar a Arizona por un camino de excitación, que alcanzara lentamente
cada centímetro de su cuerpo. Callie seguía besando y acariciando a Arizona,
mientras le seguía murmurando al oído “te amo”, sin cesar.
Arizona jadeaba, se retorcía de placer, ella tampoco
quería que ese momento mágico terminara nunca. Ante una de las caricias de
Callie especialmente excitante Arizona arqueo su espalda, llevó su cabeza hacia
atrás y abrió la boca gimiendo sin control, entonces Callie aprovechó para
besarla nuevamente y mientras el beso se prolongaba, Arizona volvió a arquear
su espalda y sintió como su centro se tensaba más y más hasta que el climax más
poderoso hizo temblar todo su cuerpo, sin control; aún así, Callie no abandonó
el centro palpitante y erecto de su esposa y en poco tiempo, delicada,
lentamente logró un orgasmo múltiple, tan cercanos unos de otros que parecían
casi simultáneos: uno, dos, tres, cuatro y un quinto, mientras el cuerpo de
Arizona temblaba sin control, para luego, rendirse en el abrazo cálido y
protector de ese ser que tanto amaba y que esta vez, no perdería al despertar,
porque esta vez, esto no era un sueño, sino la más hermosa realidad.
Entonces, Callie buscó con sus labios el tierno roce
de los labios de Arizona y en medio del estremecimiento de sus almas
desbordantes de amor, fundieron sus bocas ardientes en un beso dulce, cálido,
ese beso que es equivalente a un “te amo” sin importar el idioma, porque un
beso así es decir “te amo” en cualquier idioma, cuando los labios están
ocupados y no pueden pronunciar palabra alguna.
Mientras ese beso aún se mantenía vivo en sus labios,
la alegría que sintió Arizona en su alma, no tenía límites, era como si el
enorme vacío que había sentido aquella vez al despertar, se hubiera desbordado
de la más absoluta felicidad, y de pronto, sintió como grandes lágrimas de
felicidad corrían sin control por sus mejillas. En ese momento, sintió como
Callie la abrazó aún más fuerte y cuando el beso finalizó y sus ojos se
miraron, vieron como la risa y el llanto se confundían haciendo más que
evidente la grandiosidad de ese momento.
Callie tuvo razón cuando le dijo que quería regalarle
los días más felices de toda su vida, este día glorioso, que apenas estaba
comenzando, era sin duda uno de los días más felices de toda su existencia, un
día en que la mujer que más ha amado en toda su vida, no había hecho realidad
uno sino dos de sus más hermosos sueños.
Arizona, todavía con una emoción desbordante en su
alma, le dijo a Callie:
-Calliope, te amo, te amo con cada fibra de mi cuerpo,
con cada respiro, con cada latido de mi corazón, nunca amé, nunca he amado y
nunca amaré a nadie como te amo a ti…Gracias, Calliope Torres por hacer de este
día uno de los días más felices de toda mi vida, Gracias por hacer mis sueños
realidad y por lograr que la realidad que me regalas cada día, supere con
creces mis más ambiciosos sueños….
Callie no tenía palabras ante tanta emoción, ante
tanta felicidad, así que sólo se limitó a decir “Te Amo” y un nuevo beso
comenzó, cuando el beso estaba a punto de acabar, Arizona se rió, y Callie
intrigada por el cambio de actitud, intuyendo que Arizona había recordado algo
gracioso, le preguntó sonriendo:
-¿Y puedo saber por qué se está riendo mi reina
hermosa?
Arizona, con una sonrisa pícara, le respondió
-“Me estoy riendo porque acabo de recordar que te
superaste a ti misma en ese sueño”. Diciendo eso, Arizona se rió aún con más
fuerza
-¿Cómo?, preguntó Callie, entre intrigada y divertida
Arizona riendo, confesó:
-Lo único que no te conté de aquel sueño en la bañera,
es que tuve un climax y dos orgasmos, en cambio ahora, tuve un climax y casi
cinco orgasmos, así que lo dicho: te superaste a ti misma Calliope Torres.
Callie soltó una carcajada, pero antes de que pudiera
pronunciar una palabra, Arizona, llena de pasión y de deseo besó a Callie con
fervor, y le dijo entre besos y caricias:
-Ahora te toca a ti Calliope Torres, te voy a hacer el
amor y te prometo que esta vez soy yo la que voy a superarme a mí misma, voy a
batir todos los records, agregó, mientras la besaba incansablemente con una
pasión desbordante.
Entonces Arizona, le hizo el amor a Callie y batiendo
todos los records establecidos, cumplió su promesa, dejando a Callie jadeando y
temblando sin control. Finalmente cuando la pasión amainó, dándole paso al amor
y a la ternura, luego de un dulce beso, Callie dijo sonriendo:
-Batir records, ¿cómo que da hambre?, ¿Verdad?
Arizona respondió:
-Sí, definitivamente si, mucha, mucha hambre
Así que ambas mujeres salieron de la bañera, se
vistieron con ropa de playa, pidieron servicio a la habitación y desayunaron en
la churuata disfrutando de la brisa del mar y del hermoso paisaje que tenían alrededor.
Ese día, disfrutaron de una olimpiada de sexo,
hicieron el amor, desnudas en su piscina privada, en la cama, en la playa
desierta, en la bañera otra vez, en el sofá. Más tarde en la noche después de
cenar estaban exhaustas pero inmensamente felices, ellas se debían mutuamente esa
olimpiada de amor que se habían prometido antes de que Callie fuera secuestrada,
y hoy había sido un día excelente para cumplir promesas, batir record olímpicos
y hacer realidad unos cuantos sueños, hasta que finalmente se quedaron
dormidas, abrazadas sintiendo sus cuerpos tan cerca y sus almas aún más cerca
todavía. Juntas fueron al mundo de los sueños, a fabricar nuevos para hacerlos
realidad más adelante.
Esta historia continuará...