Al norte de Frink Park
Coordenadas
N 47.600089, W -122.291630
7:27
p.m.
Callie despertó desorientada, se había desmayado o
algo parecido, su conciencia se había desvanecido por algunos minutos, escuchó
un grito desgarrador llamándola por su nombre, era la voz de Arizona, ¿acaso
estaba muerta?, trató de levantarse pero no podía moverse, al intentar levantar
la cabeza sintió un dolor agudo en la frente y otro en su trasero, y de pronto
pensó que no podía estar muerta, porque se supone que los muertos no sienten
dolor.
A los pocos segundos escuchó unos pasos entre los
arbustos, se asustó, pero luego se tranquilizó cuando distinguió a dos hombres
uniformados que venían con linternas en sus manos, eran policías, uno de ellos
el más joven de los dos, se agachó para quitarle la mordaza de la boca y
preguntarle como se sentía. Callie, agradecida por la presencia de los dos
oficiales, tratando de bromear, le contestó:
-Me duele la cabeza y me duele el trasero, como si en
lugar de médico yo fuera un torero que tuvo un muy mal día.
El policía le sonrió, e inmediatamente comenzó a
desatarle las manos. Hasta ese momento, por la mirada un tanto tímida del
oficial fue que Callie recordó que tenía sus jeans bajados hasta las rodillas y
sus bragas a medio poner, aunque no lo suficiente para que se pudiera ver sus
partes frontales pero su trasero sí, así que mientras el oficial le desataba el
tirack de los tobillos, Callie se subió las bragas con sus manos que ya habían
sido desatadas. El oficial de policía, con evidente preocupación en su rostro
le preguntó a Callie:
-Disculpe señora, pero debo preguntarle ¿usted fue
violada?
Callie, con una ligera sonrisa en su rostro, le
contestó:
-No oficial, no fui violada, el asesino que me
secuestró me descubrió el chip y me enterró una navaja para removerlo, yo me lo
había colocado en el trasero. El policía respiró aliviado, se alegró de que la
mujer estuviera bien y se hubiera salvado, no sabía exactamente por qué, pero
ella le simpatizó, le pareció, por su tono de voz, sus gestos y su ánimo de
bromear, incluso en esas circunstancias, que estaba frente a una mujer muy
valiente.
Una vez que Callie fue liberada de todas sus ataduras,
entre ambos la sostuvieron por cada brazo y la levantaron del suelo. Antes de
iniciar la marcha ella se subió y se cerró sus pantalones vaqueros, luego, poco
a poco, caminando muy despacio con Callie renqueando fueron acercándose a donde
se encontraba la patrulla, el trayecto no era muy largo, pero se hizo pesado
porque era inclinado, cuesta arriba, y con cada paso que daba, Callie sentía
una puntada de dolor en su maltratado trasero.
En el camino Callie les pidió agua a los oficiales, el
otro oficial llevaba una botellita de agua mineral en sus bolsillos y se la dio
a Callie, quien tomó unos cuantos sorbos y luego mojando un pañuelo que le
ofreció uno de los policías, se lo pasó por la frente y el resto de su cara
para tratar de limpiarse la sangre que tenía en su rostro, producto del golpe
que había recibido al tropezar con la piedra.
Finalmente se acercaban a su destino, sólo quedaban
unos cuantos pasos…
Al
norte de Frink Park
S.
Washington St., entre 31 St. Av. S. y 32nd.Ave S.
7:40
p.m.
Arizona estaba sentada en la acera, llorando, con el
rostro enterrado en medio de sus rodillas, de pronto, sintió una mano que
suavemente se posó sobre su hombro por un segundo, ella levantó la cabeza, era
el oficial Cooper que estaba parado al lado suyo, él le hizo una seña
extendiendo su brazo hacia adelante y le dijo sonriendo: -Mire…
Arizona miró hacia donde le indicó Cooper y la visión
más hermosa se apareció ante sus ojos, era Callie, que venía cojeando,
sostenida por ambos brazos de dos policías uniformados. Arizona, no podía creer
lo que sus ojos estaban mirando, parpadeo para rectificar y sí, era Callie,
¡¡¡Callie estaba viva!!!. Arizona abrió
su boca del asombro y quiso pronunciar su nombre, pero sólo salió un susurro,
estaba tan emocionada que le costaba hablar, finalmente con una enorme, enorme
sonrisa dibujada en su rostro, Arizona se paró de la acera y con lágrimas en
sus ojos, lágrimas de felicidad, salió corriendo hacia ella. Arizona, ahora sí
pudo gritar su nombre: -Callieeee… Su esposa levantó la vista y sus miradas al
fin se encontraron por primera vez, luego de esos días de pesadilla que ambas
habían tenido que vivir.
Callie, con una sonrisa en sus labios acompañada de
una mueca de dolor, dijo: -¡Arizona, mi amor! mientras que, ya, frente a
frente, Arizona se abalanzó hacia ella, rodeo su cuello abrazándola con todas
sus fuerzas, y posó su cabeza sobre el
pecho de Callie, mientras que su esposa, rodeando con sus dos brazos la cintura
de Arizona, la apretó con fuerza y besó tiernamente su frente. Luego, Arizona
cruzo sus brazos en su propio pecho y acurrucó todo su cuerpo en el regazo de
Callie, ansiando ese sentimiento de seguridad que le proporcionaba el círculo
cálido de sus brazos.
Ambas mujeres estaban temblando, sus corazones latían
muy rápido, tenían los ojos llenos de lágrimas, lloraban y reían al mismo
tiempo. Callie, por un momento, se sintió muy conmovida, nunca había percibido
en Arizona, esa fragilidad, era como si le hubieran arrebatado una parte de su
energía vital, entonces Callie la abrazó aún más fuerte, sintió la necesidad de
transmitirle a través de su abrazo, parte de su propia energía, parte de su
propia fuerza.
Arizona agradeció ese nuevo vigor con que Callie la
anidó en sus brazos, además de toda la pesadilla que había vivido en los
últimos días, esos minutos de agonía en que se había imaginado a su esposa
muerta, violada y tirada en una zanja, le habían arrebatado las pocas energías
que le quedaban y ese abrazo tan querido era justo lo que necesitaba para
recobrarse un poco.
Lentamente, los latidos de sus corazones agitados se
comenzaron a estabilizar y en ese momento una sensación de seguridad, de alivio
y de felicidad plena les inundó el alma.
Sin embargo, Arizona recordó lo que había escuchado
por la radio acerca de la violación y sintió miedo otra vez, sin soltarse de los
brazos de Callie levantó la cabeza para mirarla a los ojos y le preguntó con la
voz quebrada:
-Callie…¿esos hombres te hicieron daño?, ¿te viol…
Callie viendo la preocupación reflejada en el rostro
de su esposa, no la dejó terminar de hablar, puso un dedo suavemente sobre sus
labios y con un tono dulce en su voz y con una sonrisa en su rostro, le dijo:
-No mi amor, el hombre que quería asesinarme, encontró
los chips y las jeringas no usadas en mi bolsillo y descubrió que yo tenía
inyectado uno debajo de mi nalga, así que decidió “extirparlo” con una navaja…
por eso ahora tengo otro hueco en mi trasero, además del que tu ya conoces,
agregó bromeando.
Arizona respiró aliviada, se impresionó que aún en
esas circunstancias Callie tuviera fuerzas para bromear.
Justo en ese momento, llegó una ambulancia, y mientras
el policía más joven la sostenía de un lado, Arizona relevó al otro policía y
los tres caminaron hacia el vehículo. En el momento en que Callie se iba a
subir a la ambulancia, cuando las puertas de atrás se abrieron, Callie sintió
un ligero estremecimiento, se acordó del día que la secuestraron y dudó antes
de subir, pero luego pensó para sí misma: “Por Dios Callie, tu eres médico, no
puedes temer estar detrás de una ambulancia por el resto de tu vida, además,
esta vez tu acompañante no será un delincuente, sino la persona que más amas en
este mundo”.
Así que Callie se subió a la ambulancia, se recostó en
la camilla, mientras Arizona se sentó al lado de ella, tomando su mano. Arizona
le inyectó un calmante suave para aliviar los dolores de su esposa. Más
adelante, en el trayecto hacia el hospital, Callie y Arizona se vieron a los ojos y se transmitieron con su mirada
el inmenso amor mutuo que llevaban en su corazón, Callie aún recostada en la
camilla, acunó con su mano la mejilla y el cuello de Arizona. Ella sintió de
inmediato un estremecimiento en todo su cuerpo, cerró los ojos y abrió su boca,
en un acto reflejo por el anhelado contacto en su piel. Justo en ese momento,
Callie, con su mano atrajo el rostro de Arizona lentamente hacia el suyo, posó
sus labios dulcemente sobre los de su esposa y se besaron.
Arizona en medio de ese beso, suspiró y pensó
emocionada: Estos labios, estoy besando nuevamente estos labios, los que por
momentos pensé que jamás tendría en los míos de nuevo, ese pensamiento provocó
en Arizona un nuevo impulso, y profundizó aún más la intensidad del beso.
Callie emocionada también, respondió, y soltó un ligero gemido mientras el beso
continuaba.
Hospital
Seattle Grace Mercy West
8:30
p.m.
Llegando al hospital, las puertas de la ambulancia se
abrieron, afuera los esperaba el Dr. Richard Webber y April Kepner, condujeron
a Callie hacia una sala de examen mientras Arizona los escoltaba, ambos
doctores estaban visiblemente alegres por la llegada de esa paciente en
especial, el Dr. Webber examinó la herida en la cabeza de Callie, limpiándola
previamente y ordenó una tomografía. Webber le cubrió la herida de la frente a
Callie, y luego, le colocó una venda alrededor de su cabeza que le cubrió
parcialmente la ceja derecha.
Callie le dijo a Webber y a Kepner:
-Mientras llaman para hacerme la tomografía, quisiera
darme un baño corto ¿será posible?
Webber le contestó afirmativamente y Callie entró al
baño anexo al cuarto de examen, llevando consigo una bata de paciente para
ponérsela después del baño.
Cuando Callie entró cojeando al baño, Webber y Kepner,
visiblemente preocupados por las manchas de sangre vistas en el pantalón
vaquero de Callie y la evidente cojera al caminar, dirigieron su mirada hacia
Arizona. Ella enseguida entendió la mirada de preocupación de ambos doctores y
les dijo con un tono que denotaba alivio en su voz:
-No, ella no fue atacada sexualmente. Ambos médicos
suspiraron aliviados y sonrieron, Arizona también sonrió.
A los pocos minutos Callie salió del baño y se recostó
nuevamente en la camilla del cuarto de examen, durante varios minutos una
legión de médicos desfilaron por la habitación para saludar a Callie, todos
estaban visiblemente felices cuando la vieron viva, sana y salva. Pero una de
las visitas más esperadas apareció finalmente en la puerta: era Sofía, el Sr.
Torres la traía cargada en sus brazos y justo al lado de él también entró Lucia
Torres, quien fue la primera en abrazar a su hija, luego el Sr. Torres puso a
Sofía en el regazo de Callie, quien visiblemente emocionada y con lágrimas en
sus ojos beso a su hija muchas veces por toda su carita. Para asombro de Callie
fue su mamá quien cargó luego a Sofía en sus brazos, mientras el Sr. Torres abrazaba
a su hija.
Una vez que la sesión de besos y abrazos de júbilo
concluyó, el Sr. Torres le pidió permiso a Callie para llevarse esa noche a
Sofía al hotel, ellos se habían quedado todas las noches anteriores en el
apartamento de Callie, pero decidieron que esta noche deberían ir a un hotel.
Callie le dijo que sí, y justo antes de retirarse,
cuando el Sr. Torres con Sofía en sus brazos salió de la habitación, Lucia
Torres le dio a su hija un beso y mientras salía de la habitación, dijo,
dirigiendo su mirada a Arizona y a Callie:
-Mañana Carlos y yo
regresaremos de vuelta a Miami, pero antes de irme cuando le traigamos a Sofía,
me gustaría conversar con ustedes dos, necesito decirles algo, pero por ahora
descansa hija, y tú también Arizona, estos han sido días muy duros para todos.
Arizona y Callie
asintieron con una sonrisa y cuando su madre cerró la puerta tras de sí, Callie
miró a Arizona frunciendo el seño a modo de pregunta. Arizona le contestó:
-No tengo ni idea que
quiere hablar con nosotras, pero lo único que si te puedo decir es que tu mamá
y yo a raíz de todo esto que pasó, creo que hicimos las paces, en realidad se
portó muy bien conmigo. Callie sonrió y respiró aliviada y tomo entre sus manos
una mano de Arizona.
Arizona le dijo riendo: -Bueno
esposa mía, ahora, que ya cesaron las visitas voy a cerrar esta puerta,
necesito revisarte y curarte la herida en la nalga, no quiero que ningún médico
de este hospital lo haga, yo soy la única que tiene todos derechos reservados
sobre ese trasero en particular.
Callie obedeció sonriendo,
mientras giraba sobre sí misma para que su esposa le curara su trasero herido.
Unos minutos después,
tocaron a la puerta de la habitación de examen, Arizona abrió la puerta, era
Kepner que entraba con una silla de ruedas para llevar a Callie a que le
practicaran la tomografía, Callie le dijo a Kepner: -Prefiero ir caminando, me
duele el trasero y no creo que sentarme me ayude mucho en estos momentos.
Callie se bajó de la cama y Arizona la ayudó sirviendo de apoyo con uno de sus
brazos para acompañarla hasta la sala de tomografía. Con la mano libre, Callie
agarró la cadena que aún tenía pegada a su tobillo, la cadena se arrastraba al
mismo paso que seguía Callie al caminar.
Mientras estaban saliendo
de la habitación, Arizona exclamó:
-¡Oh Dios, la cadena!…,
entonces mirando a April, le dijo: …-Por
favor, ubica a Owen, necesito que me ayude a quitarle esta cadena a Callie de
su tobillo. Kepner asintió y se fue caminando en busca del Dr. Hunt.
Callie y Arizona caminaban
juntas por el pasillo, rumbo hacia la sala de tomografía, Callie se apoyaba en
Arizona, mientras la cadena se arrastraba por el piso, de pronto, una voz
familiar y divertida escucharon acercándose por detrás de ellas, era Cristina
Yank:
-¡¡¡Demonios Callie!!!
Tremendo susto que nos diste… Callie y Arizona se pararon y Cristina viéndolas
ahora de frente, pasó su mirada de arriba hacia abajo, detallando a Callie.
Cristina, dijo sonriendo:
-Callie, con esa venda
alrededor de tu cabeza, cojeando y arrastrando esa cadena por todos los
pasillos del hospital te pareces a “Nick casi decapitado”, el fantasma de
Hogwarts, pero ¿tú no eres un fantasma, verdad?, porque “I don´t see dead
peopleeeee”
Callie y Arizona soltaron
una carcajada y Callie aún sonriendo le contestó:
-Para empezar Cristina, el
fantasma de Hogwarts que arrastra sus cadenas por los pasillos no es “Nick casi
decapitado”, es el “Barón Sanguinario” de Slytherin,
y no Cristina, tú no ves gente muerta, estoy viva, un
poquito maltratada pero viva.
Cristina le contestó
riendo:
-Waooo, parece que el
golpe en tu cabeza no afectó tu memoria y dime ¿cómo hiciste para escapar de
esta?
Callie, bromeando le
contestó:
-Fácil, tomé mi varita
mágica y dije “¡¡¡ Expecto Patronum !!!”
Cristina le siguió el
juego, el que ella misma había iniciado con la mención de uno de los personajes
de Harry Potter: -Ah ¿sí? ¿Y cómo es tu “Patronus”?
Callie miró fugazmente a
Arizona, le sonrió y luego dirigiendo su mirada a Cristina, contestó:
-Mi “Patronus” es una brillante
rubia de hermosos ojos azules y una súper mágica sonrisa, tan mágica, que
aparecen hoyuelos en su cara cuando lo hace, ese es mi “Patronus”, ese es
definitivamente mi pensamiento más feliz…
Al decir esto, Callie
observó como los hoyuelos aparecían en el hermoso rostro de Arizona mientras
unas lucecitas de felicidad brillaban en sus ojos azul cielo.
Cristina dijo sonriendo:
-Eso he debido imaginarlo, no sé ni por qué pregunté, el mío es un bisturí o un
corazón en una caja o… bueno, lo que sea, en definitiva lo que quería decirte
es que realmente me alegro que estés
bien… estaba preocupada por ti. Inmediatamente cambió su tono y su expresión
para fingir más distancia, Cristina no era amiga de expresiones afectuosas.
Callie con una mirada
dulce y sonriendo le dijo: -Gracias Cristina
Cristina sonrió y
caminando hacia otra dirección, se volteó y mirando a Arizona, le dijo:
-Como que me tienes algo
de miedo ¿no?... porque ahora no la sueltas ni para caminar, y haciendo un
gestó con su mano como si tuviera una varita mágica en ella, agregó: - ¡¡¡
Expelliarmus !!!
Arizona se rió y giró para
seguir su camino con Callie hacia la sala de tomografía. Cuando Callie la miró
con ojos interrogantes, Arizona le contó acerca de la “amenaza” de Cristina:
-Ella me dijo: “Ya sabes, si la
sueltas, salto la talanquera, dejo a Owen y me quedo con Callie”.
Callie soltó una carcajada
y le dijo a Arizona:
-O sea, que en mi
ausencia, ¿te salió competencia?
Arizona sonriendo, le
contesto: -Pues sí, eso parece, así que mejor no te suelto más…
Al decir esas palabras,
una pequeña sombra se posó en la mirada de Arizona, quien le dijo a Callie,
apretándola hacia ella aún con más fuerza:
-Oh Dios Callie, sentí
tanto miedo de no verte nunca más, era como morir poco a poco, esperando lo
mejor, pero al mismo tiempo, temiendo lo peor…
Callie la abrazó con
fuerza, y supo en ese momento que a pesar de que lo peor ya había pasado,
Arizona aún tenía dentro de su corazón un peso por todo el sufrimiento que
había tenido que soportar durante los días que duró su cautiverio. Con esos
pensamientos en su mente, finalmente llegaron a la sala de tomografía y le
practicaron el examen a Callie.
De vuelta al cuarto de
examen y mientras esperaban que Dereck Shepherd revisara la tomografía, el Dr.
Owen Hunt, llegó con una sierra en la mano para remover la cadena del tobillo
de Callie.
Los tres médicos se
saludaron y Owen rápidamente quitó la cadena, luego salió de la habitación.
Callie estaba acostada en
la cama, mientras que Arizona, también aprovechó para darse un baño rápido,
cuando ella salió del cuarto de baño ya vestida, Callie le hizo un gesto
invitándola a recostarse junto a ella en la cama. Arizona, inmediatamente
obedeció, complacida ante la invitación de Callie y colocó su cabeza sobre el
pecho de Callie, mientras su esposa comenzó a acariciar los risos de su cabello
dorado suavemente con la punta de sus dedos.
A los pocos minutos y a
pesar del alivio que ambas mujeres sentían al estar abrazadas nuevamente,
Arizona percibió en su interior, la urgencia acuciante de llorar, de alguna
forma necesitaba descargar toda la presión, toda la angustia, toda la
desesperación y el miedo que había experimentado en esos días de agonía.
Arizona comenzó a llorar, Callie no dijo una sola palabra, no hacía falta
hablar, ella sabía, entendía que Arizona necesitaba drenar toda esa angustia
que se había acumulado en su alma. Simplemente la abrazó con más fuerza, le
besaba la frente y luego, le seguía acariciando el cabello. Los ojos de Callie
también se llenaron de lágrimas.
Arizona agradeció el apoyo
silencioso de Callie, era más que evidente la conexión entre las dos, poco a
poco, Arizona se fue sintiendo mejor, el
llanto fue cediendo hasta convertirse en un sollozo y luego sólo quedaron los
espasmos irregulares que constituyen los últimos vestigios de una llanto
profundo. Poco a poco, Arizona sintió paz, y el sueño se comenzó a apoderar de
sus ojos. Antes de quedarse dormida, sus labios buscaron los hermosos labios de
Callie, y se besaron, fue un beso cálido, tierno. Al poco rato, ambas se
quedaron dormidas, por primera vez en muchos días, podían dormir una en brazos
de la otra.
Aproximadamente a las
10:00 p.m., Arizona estaba agitada, tenía un sueño intranquilo, mientras que
Callie también tenía la respiración agitada, en su sueño veía como el asesino
le apuntaba con la pistola, directamente a su cabeza, y cuando apretó el
gatillo y escuchó el disparó, se despertó asustada lanzando un grito de miedo.
Arizona sobresaltada, se despertó, ella también había tenido sus propias
pesadillas. Con la respiración entrecortada, cuando se dieron cuenta que
estaban juntas, se abrazaron con lágrimas en sus ojos. Pasados unos minutos,
cuando ambas se calmaron, Callie finalmente, habló:
-Amor, esto fue muy duro
para ambas, lo peor ya pasó, pero creo que quedaron secuelas en nuestras mentes
que no quiero que permanezcan allí por más tiempo, no pienso seguir soñando con
ese bastardo, perdiendo mi tiempo, en lugar de soñar contigo sueños bonitos…
¿crees que sería mala idea que visitáramos al loquero, posiblemente unas
cuantas sesiones de terapia no nos caerían mal?...¿qué opinas?.
Arizona se quedó pensando
unos segundos y al final, contestó: -Me parece una buena idea, mientras más
rápido borremos esta pesadilla de nuestras mentes, mejor aún.
-Ok, dijo Callie
-Ok, dijo Arizona.
Cuando Callie le mencionó
a Arizona que quería tener sueños bonitos con ella, de pronto recordó el sueño
en la bañera y con el ánimo de tratar temas oníricos más agradables, Arizona
decidió contarle el sueño. Callie, la escuchaba cada vez con más atención,
interesada no sólo por los detalles eróticos que sin duda la excitaron, sino
también por los detalles del cuarto de baño que Arizona describió de su sueño,
y de pronto un brillante idea surgió en la mente de Callie…
Cuando Arizona terminó de
relatar el sueño, ambas estaban realmente excitadas y también impresionadas,
especialmente Callie por las palabras que ella le había dicho a Arizona en el
sueño, y pensó un poco divertida, que su deseo de transmitirle fuerza a través
del pensamiento, le había llegado a Arizona por una vía sumamente erótica.
Callie miró a Arizona con
deseo, dispuesta a hacerle el amor a su esposa, allí mismo en esa habitación,
sin embargo, sus intensiones se vieron interrumpidas cuando Dereck Shepherd
tocó la puerta y se asomó a la habitación, él se dio cuenta que acababa de
interrumpir algo y un poco apenado, aclaró su garganta para decirle a Callie:
-Dra. Torres, me alegro
que haya salido bien de todo este asunto, vine a decirle que la tomografía no
arrojó nada extraño, me parece que usted ya está lista para irse a su casa.
Arizona y Callie
sonrieron, Callie le dio las gracias y Dereck salió de la habitación. Entonces,
Arizona con una sonrisa en los labios le dijo a Callie:
-¿Qué te parece si te
busco unos matorrales, te vistes con ellos y nos vamos a casa?
Callie, encantada con la
idea, le respondió entusiasmada que Sí, entonces Arizona se paró de la cama y
se fue al vestuario para buscar los matorrales para Callie, unos que Arizona
tenía guardados en su propio locker. Cuando Arizona, lo abrió con su llave, vio
el bolso pequeño con las prendas que Callie le había dado para guardar aquel
día y con una sonrisa que iluminó su rostro haciéndose evidente hasta en los hoyuelos,
Arizona tomó el bolso con las prendas y los matorrales y se fue casi saltando
hacia la habitación donde su esposa la estaba esperando.
Callie se quitó la bata,
mientras Arizona la observaba desnuda, con lujuria, le pasó los matorrales y
Callie se los puso, Callie sonrió mientras se vestía, había visto claramente la
mirada de deseo en los ojos de Arizona, un deseo que pensaba satisfacer esa
misma noche, estaba claro para ambas que ninguna de las dos quería esperar
hasta mañana.
Apartamento de Callie y Arizona
11:30 p.m.
(última descripción de fecha, lugar y hora,
ya no hace falta, ahora que la pesadilla terminó)
Ambas salieron del
hospital a paso lento, al ritmo de Callie y su herida en el trasero, quien se
apoyaba en Arizona que caminaba a su lado. Unos 15 minutos más tarde llegaron a
su apartamento, Callie respiró aliviada cuando finalmente se vio a sí misma en
su casa, en su hogar, al lado de la mujer que tanto amaba.
Al entrar a la habitación,
Arizona busco dentro de su bolso, las prendas de Callie, luego tomó la mano
derecha de Callie y le colocó la pulsera, finalmente con una mirada llena de
amor y con el anillo de matrimonio de Callie en sus manos le dijo sonriendo,
mientras se arrodillaba frente a ella:
-La primera vez que hice
esto, las cosas no salieron exactamente como queríamos, así que voy a
aprovechar este momento en que la vida nos ha dado una nueva oportunidad,
después de otro gran susto, para renovar nuestros votos… ¿si te lo pidiera de
nuevo? ¿aún te casarías conmigo Calliope Torres?
Callie emocionada, como si
fuera la primera vez y con lágrimas en sus ojos le dijo:
-Sí, sí, sí, una y mil
veces mi respuesta siempre será Sí, porque eres mi B&B, porque no concibo mi vida sin ti a mi lado, y
porque te amo con toda mi alma. Arizona también con lágrimas en los ojos se
paró frente a Callie, le colocó el anillo en su dedo y se besaron.
Arizona
ayudó a Callie a desvestirse y luego ella misma se quitó su ropa, y se tiró a
la cama invitando a Callie a unirse a ella. Callie, con cuidado por sus
heridas, pero llena de deseo, pasión y amor, se recostó de lado hacia Arizona y comenzó a rozar sus labios por el cuello, detrás de su oreja, mientras le susurraba al
oído palabras de amor. Arizona, profundamente excitada gemía de placer, y esta
vez la excitación no era solamente física, a medida que Callie la besaba, la
acariciaba y le decía “te amo” de mil maneras diferentes, ese algo dentro de
ella, eso que ella estaba convencida que era su propia alma, también emitía
vibraciones dentro de su cuerpo, era una sensación maravillosa, sentir su alma
y su cuerpo vibrando al mismo tiempo en respuesta a los estímulos que ese ser
maravilloso y amado que tenía a su lado, ese ser que estuvo casi a punto de
perder, le estaba proporcionando.
Callie colocó sus piernas
entre la pierna derecha de Arizona y nuevos gemidos, nuevas vibraciones de
todas las partes de su cuerpo y de su alma, escaparon de sí misma cuando sintió
contra su pierna el centro húmedo y palpitante de Callie, que con movimientos
rítmicos alcanzaba poco a poco nuevas cotas de placer y excitación. Al mismo
tiempo, Callie buscó con sus dedos el clítoris erecto de Arizona, ella lanzó un
grito de éxtasis cuando sintió el primer contacto y luego gemía sin control,
jadeando mientras Callie lo acariciaba rítmicamente. Su excitación y su placer
seguían aumentando cuando escuchaba muy cerca de su oído, los gemidos de placer
de Callie producidos por el roce de su propio centro contra la pierna de ella,
un roce que la acercaba cada vez más y más cerca al borde.
Pero ninguna de las dos
quería que ese momento terminara, por ello Callie hacia pausas en sus propios
movimientos, mientras que sus caricias en el clítoris de Arizona, los
alternaba, moviendo rítmicamente dos de sus dedos dentro y fuera de la abertura
de su esposa. Sin embargo, llegado cierto momento, Callie supo que Arizona
estaba demasiado cerca del borde, así que se concentro en su clítoris mientras
sus propios movimientos contra la pierna de Arizona se hacían cada vez con más
impulso y con más fuerza. Callie con movimientos y caricias perfectamente
coordinadas logró lo que quería, ambas, al mismo tiempo, a la misma hora y en
mismo lugar alcanzaron su máximo de placer, un orgasmo doble, épico,
simultáneo, quedando demostrado una vez más el vínculo perfecto y armónico que
ambas compartían.
Culminada su perfecta
sesión de amor sincronizado, ambas mujeres jadeaban buscando el aire para
retomar un ritmo respiratorio más cerca de lo normal, para poder unir sus
labios en un beso lleno de amor y de ternura. Luego Callie, todavía jadeando
hundió su cara en el cuello de Arizona, rendida, sin fuerzas. Esa proximidad,
esa rendición tan íntima provocó en Arizona una sensación de inmensa felicidad
y sosiego, al percatarse que esta vez no era un sueño, esta vez, la persona que
amaba más que a nadie en el mundo, realmente estaba allí con ella. Arizona tomó
una bocanada de aire, lo exhalo y cerrando los ojos, aliviada, la abrazó con
todas sus fuerzas. Esa felicidad y esa seguridad era exactamente la contraparte
de la inmensa tristeza que había sentido aquella vez cuando despertó de su
sueño y se encontró en una cama vacía, llena de miedo.
Mientras la mente de
Arizona se paseaba por todos esas emociones llena de la felicidad más plena,
los pensamientos en la mente de Callie no eran muy diferentes, sentirse allí en
el regazo de Arizona, rendida ante su hermosa presencia, después de tanto días
de miedo, de lucha, de incertidumbre y sobre todo de una distancia no deseada
que le asfixiaba el alma dentro de esa habitación donde la habían encerrado en
contra de su voluntad, estar allí, respirando los latidos de Arizona, era como
haber llegado al cielo, después de liberarse de un infierno, nuevamente se
sentía libre, libre de amar a su esposa las veces que quisiera, libre para
imaginar nuevos sueños con ella y hacerlos realidad, ahora Callie Torres, de
nuevo, era libre…
En medio de esos
pensamientos, poco a poco, el sueño tomó su lugar, y así abrazadas, juntas otra
vez, ambas se dijeron “Te Amo”, antes de caer en un sueño profundo.
Ambas se quedaron dormidas
con una sonrisa dibujada en sus labios, era la calma después de la tormenta.
Ahora para verse no tenían que cerrar los ojos tratando de imaginarse o
buscarse en sueños, ahora lo único que hacía falta para mirarse a los ojos, era
despertarse. En medio de la tormenta, su fantasía se había vuelto mejor que su
realidad, pero ahora, que la tormenta había
pasado y estaban juntas otra vez, su realidad podía superar, nuevamente,
todas sus fantasías.
Esta historia continuará…